El derecho a la dignidad: difamación por Internet

Hoy me he encontrado con el lado más dañino de internet. Hoy he visto como personas atacaban a otras personas amparándose en la falsa sensación de anonimato de la red. La difamación a través de internet es una de las mayores bajezas que comete el ser humano, y las personas deben comprender que no hay ninguna diferencia entre atentar a la dignidad de las personas en la calle, en un medio escrito, por email, por BBM o a través de la red. Es el mismo delito, usando distintos medios.

El derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen son derechos constitucionales. El honor se entiende, jurídicamente, como una manifestación de la dignidad de las personas.

Las injurias, calumnias y difamaciones (mentiras en distintos grados, en lenguaje coloquial) son delitos contra el honor recogidos en el código penal.

No es una materia simple, y tiene distintas interpretaciones y derivadas (honor interno o percepción interior de la dignidad, honor externo, percepción en los demás, daño y grado de daño provocado por las injurias, su contexto).

Precisamente este artículo publicado en la BBC de Enrique Dans es especialmente descriptivo.

Hoy he visto como atentaban contra la dignidad de gente allegada, con la que trabajo.

Hoy he visto gente con la que trabajé codo con codo, con la que compartí muchos momentos, gente que conozco muy bien, atacar ferozmente a otras personas, amparándose en un anonimato imposible, desde la falsa seguridad de la red y de un avatar, y buscando hacer el máximo daño posible a la dignidad y al honor.

Hoy he visto a gente allegada y que aprecio, cometer un delito penal, activando sin saberlo, una implacable maquinaria que les traerá consecuencias en sus vidas profesionales. Consecuencias de las que nos son conscientes y que empezarán por marcar su propia reputación profesional, tan determinante en el nuevo entorno profesional que se nos configura para los próximos años.

No puedo dejar de preguntarme, si las personas que cometen este tipo de bajezas (delitos) se "hacen" y son producto de las organizaciónes empresariales, o si realmente ya fueron así antes y son los intereses económicos y de poder personales no satisfechos, las causas fundamentales de un comportamiento delictivo contra otros.

En realidad, si sé la respuesta, solo hay que leer el libro de Richard Dawkins, el gen egoista (uno de mis favoritos), para entender que, efectivamente, es nuestra propia naturaleza humana la que nos puede llevar a este comportamiento.